miércoles, 18 de mayo de 2016

Crucifixión

Nuestros días eran marcas
en el suelo
de la jaula;
y para ti simples muescas
en el cabecero
de la cama.

Rellenábamos quinielas
cuyo premio era
pernoctar
en tus bragas;
apostando entre nosotros
la dignidad y las entrañas
con el as de corazones
que atravesabas
infame reina
de espadas.

Porque siempre,
siempre,
             SIEMPRE,
porque siempre
hacías trampas
con tu moneda sin cara
y tu baraja
trucada.

Leyendo en nuestras palmas
cruces de caminos
que no llevaban
a casa.

Tu vientre
cáliz yermo
en el que verter simiente
que no germinaba.


Luis Royo

























Y aquí estás como la muerte
que causabas.
Las cadenas y los maderos
te aguardan.

Arrancaré tu piel de serpiente
para que no puedas mudarla;
todos verán que el disfraz
no alberga nada.

El sexo expuesto
a las miradas:
el ombligo de sus mundos,
el remolino de la cloaca.

Sabrán que eras Is Dahut
y no una santa;
una diosa venida a menos,
una furcia barata.

Leerán el futuro
en tus entrañas.
No habrá Pilatos
que pida la gracia.
Ni perdón de un mesías
para la ladrona de almas.

Y cuando grites mi nombre,
a mi espalda,
sabrás que he ganado
esta cruda guerra
aunque tú vencieras
en todas las batallas.

Brenda B. Lennox ©

lunes, 9 de mayo de 2016

Entrevista a Antonio Graell

Antonio Graell lleva treinta años fotografiando; aunque ha tocado todos los campos, en los años noventa decidió especializarse en el retrato y la fotografía erótica, fetichista y de glamour, donde ha desarrollado su trabajo más personal. La calidad del mismo, como podéis apreciar en su web, le ha convertido en un referente a nivel internacional.

Me fascina su fotografía, destila sensualidad, oscuridad y perversidad pero no se desliza cuesta abajo hacia lo grotesco, lo escabroso, la provocación gratuita. Las mujeres dominan la escena. Su mirada atraviesa la distancia y sientes que tras ella bulle  un mundo secreto que apenas has atisbado.



Le conocí personalmente en El Dinosaurio todavía estaba allí. Había escrito mi poema Crucifixión basándome en una de las fotografías que formaron parte del libro Crucifixión Siglo XXI, aunque por un malentendido entregué el poema tarde y quedó fuera del proyecto.

Estaba realmente intimidada al saber que iba a tomar un café con un referente de la fotografía y cuando apareció con su imponente cuerpo de 1.85 de altura y su peculiar barba hasta el pecho sentí un deseo imperioso de salir corriendo de allí. A los diez minutos de conversación no me hubieran separado de él ni con espátula: me había atrapado como atrapa a sus modelos: no son las mujeres las que dominan la fotografía de Antonio Graell: es él el que las domina, consiguiendo que miren a la cámara y muestren parte de su alma. Como me pasó a mí en esta entrevista.


Brenda B. Lennox ©


martes, 3 de mayo de 2016

Ninfomanía:la eterna sucesión de Fibonacci

Según la DRAE, una ninfómana es una mujer que padece Ninfomanía (Furor Uterino), es decir: un deseo violento e insaciable de entregarse a la cópula. ¿Y qué es la cópula o copular?: «unirse o juntarse sexualmente». Y ya está. Reflexiono. Al leer «Furor uterino» me vienen a la cabeza aquellas películas del destape en las que las suecas tenían muchas ganas de caña y se volvían locas con el macho ibérico (pobres). Nada de españolas cantando «Suecos os recibimos con alegría» que hubiera sido lo lógico considerando lo mal folladas que estaban porque los hombres no sabían ni qué hacer con el clítoris y pensaban que el punto G era un mito.

Sigo pensando y me doy cuenta de que si ahondo un poco más y descarto la imagen de sueca cachonda y divertida, me viene la de arpía perversa y dominadora de hombres como Lilith, la primera mujer, que abandonó a Adán porque, según cuenta el folclore judío, cuando hacían el amor Adán le exigía que se pusiera debajo: «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual». Así que lo abandonó en busca de polvos mejores con Samael dejando a Adán con una compañera nacida de su costilla y, por ello, más sumisa (aunque malvada también porque le hizo morder la manzana y fue arrojado del Paraíso por ello: somos todas unas víboras). Debe ser eso, sí, una Ninfómana es como Lilith, condenada a ser un demonio malvado que devora los hijos de otras y copula como un súcubo con los pobres hombres indefensos para que la fecunden y parir a hijos (no sabemos si con dolor) a los que Dios matará diariamente por cientos. 




Joe, la protagonista de la película Nymphomaniac de Lars Von Trier que ha inspirado este reportaje, el primero que escribí para sexológicos (ahora La magia de los sentidos), es ninfómana por lo que no disfruta del sexo realmente, sufre con él, está atrapada. Los polvos son una eterna sucesión de números, la sucesión de Fibonacci, una metáfora perfecta usada por Von Trier. No deja de resultar irónico que este matemático la creara para solucionar la cría de conejos: ¿cuántos conejos saldrán de una camada que vive en un recinto cerrado? ¿Cuantos polvos puede llegar a echar una conejita? Joe sabe que un taladro llena un orificio, pero sólo durante un rato, cuando se retira, éste es mayor. Pero es ninfómana, no puede parar. El vacío no puede ser llenado.

Brenda B. Lennox ©